El trabajo más impropio para cualquier hombre, aun los santos (quienes en un punto no son propensos a aceptarlo), es ser jefe de otros hombres. Ni uno en un millón está capacitado para esto y menos aquellos que buscan la oportunidad.
— J. R. R. Tolkien; en H. Carpenter (comp.), The Letters of J. R. R. Tolkien, Boston: Houghton Mifflin, 1981, p. 64.